lunes, 7 de febrero de 2011

Chain

¿Por qué te ves tan pálida? ¿Por qué esa respiración entrecortada?
Mis manos tiemblan, apenas si alcanzo a abrir la puerta.

Nadie en casa…

¿Por qué parece que fueras a llorar? ¿Pasó algo en la escuela? ¿En el trayecto?
Tengo miedo. Tengo miedo.
¿Por qué llegaste más tarde de lo habitual?
¡Tengo miedo!
Y empiezan a caer las lágrimas. Tus sollozos son agudos; llamas la atención de aquel pequeño perro recostado a un lado del sofá…te ofrece una mirada que hasta tú reconoces como de confusión.
¿Por qué no puedo para de llorar? ¿Por qué no puedo calmarme?
Tropiezas contra sillas y muebles. Una insana expresión se refleja en tu rostro mientras caminas sin destino alrededor de tu casa.
¿Y ahora qué? ¿Pastillas?
Registras un par de cajones y terminas frustrada.
¿Una cuerda? ¿Un cuchillo?
¿Por qué están manchadas tus piernas? ¿Por qué esa sensación de suciedad en tu mente?
¡La cadena! No me mires así, tomaré prestada tu cadena un momento.
Entras a tu habitación enérgicamente y sin embargo con un aura de derrota.
¿Se acabó? ¿Realmente esto es todo? ¿Por qué me siguen temblando las manos?
Un pequeño banco y una resistente viga de madera te son de ayuda. ¡Ni tú misma sabes cómo lograste amarrarla a tu fino cuello!
¿Por qué nadie viene? No quiero hacer esto…
¿Acaso te carcomen las dudas?

Muy tarde…

Duele. Duele…No alcanzo el suelo…
Tu piel ya ha sido marcada; la sigues marcando tratando de zafarte de tu verdugo.
Aire… ¿Por qué nadie viene?
Quizá tu cuello sea fino, pero tu mentón le impide el paso a esa vieja cadena. Y ahora la sangre ya no baja sólo de tus piernas…
Duele… No quiero hacer esto… Entonces, ¿nadie vendrá…?
Tus párpados caen exhaustos. No sabes cuánto tiempo pasó cuando escuchas esos familiares ladridos.
Vengan rápido…
La puerta de tu habitación se abre y escuchas gritos, horrorosos gritos; pero no puedes ver.
¿Por qué no me ayudan…?
Ahora son llantos, murmullos, llamadas telefónicas.
¡Bájenme!
Escuchas conversaciones mientras esa cadena sigue perforando tu cuello, tu mandíbula; y tus dedos siguen enganchados a ella dejando que la piel desaparezca.
Duele…duele… ¿por qué sigue doliendo?
Ya estás sumida en la oscuridad. Quizá pasen horas antes de que esa cadena quiera soltarte… ¿Te arrepientes?