Exposición de mis escritos. Ya sean intentos de relatos (cuentos, historias, como deseen llamarles) que contengan algo dentro de sí, o espontáneas palabras al azar que sólo describen algo de lo que pueda sentir en el momento, a veces sin coherencia incluso...
sábado, 5 de noviembre de 2011
At night
miércoles, 8 de junio de 2011
Timothy
Timothy woke up with the sunlight on his face
‘It will be a great day’, he thought
While his mother was calling his name.
Timothy ate, brushed his teeth and cross the door
‘Going to the park will be nice’, he thought
‘Chuck!’, he yelled; he wanted to go with his dog.
Timothy saw the sky getting dark for the clouds
‘The sun is gone’, he thought
While Chuck was watching the rain on the floor.
Timothy decided to come back home
‘It seems a storm’, he thought
Under the rain, Chuck suddenly started to run.
Timothy ran trying to catch Chuck
‘I can’t see a thing because of the rain’, he thought
While without seeing neither the street nor the car, he crossed.
Timothy couldn’t hear the barking of Chuck
He couldn’t thought a thing
There was just blood and the scream of this child’s mom.
jueves, 2 de junio de 2011
I don't want this in my head again....just don't.
lunes, 30 de mayo de 2011
A little princess
sábado, 28 de mayo de 2011
Cyanide Wolf
viernes, 15 de abril de 2011
A Beloved Shadow
Que sea de noche, como en aquella ocasión. Con la luna, mismo testigo que prestó sus rayos para no privarme de visión. Pero que ahora mi culpable palma esté solitaria, sin el puñal que me acompañó -nos acompañó- en aquella ocasión.
La albina luz se escurre entre los oxidados fierros que forman una para nada embellcida ventana y que quedan fuera de mi alcance, de mi tacto; mas no es trascendente.
Uno de mis pies se mueve, arrastrándose, causando fricción entre la suela y la arenilla a la que estoy tan acostumbrado a sentir en ese frío suelo. No escucho nada más, no concentro mi mirada en nada más, pero sé que aquéllos que están despiertos mueven la cabeza buscando el origen del sonido, pero al mismo tiempo sabiendo la respuesta por sí mismos; ya se han acostumbrado a mí.
Ya era casi un ritual. ¿Para exculparme? Quizá. La verdad es que sólo al verla recordaba mi antigua caballerosidad y la invitaba a bailar.
Tal como aquel día, en que lo que aún desconozco tomó posesión de mí, ansiaba la lluvia, ahora añoraba alguna sonata o un ritmo lento al azar que me permitiera crear figuras danzantes cual escritor llena las hojas de papel en blanco.
Siento el ritmo que traes de aquel lugar que jamás conoceré por mi acto cometido.
Te guío hacia mí, de la misma forma que te acorralé contra la pared poseído de ira. Unos pasos hacia atrás, me sigues; aquella vez retrocedí también, pero no me seguiste, más bien intentaste huir y tu vista se dirigía al sucio acero que asomaba entre mis dedos y que sabías -que sin culpa alguna- terminaría siendo tu verdugo. Seguimos moviéndonos al compás de un ritmo inexistente y que de la nada empiezo a tararear.
Mi suela presiona y presiona la arenilla cada vez que arrastro mi pie.
Llega el clímax de la canción, al igual que llega el tope de mi ira, al igual que llega el fin de tus suspiros por el puñal que ha atravesado tu piel y te deja inerte frente a mi, frente a al tímido rasocinio que se asoma a través de mí.
Terminan las notas musicales y comienza la desesperación en mi mirada. Te he quitado la vida, a ti, dulce ser de cautivante mirada, a quien juré protección eterna. Termina el baile y nos relajamos; miro el rostro que no esta ahí y, como cada noche, ruego tu perdón; no dices nada pero sé que sonríes...es mi consuelo para cerrar los ojos cada noche.
Silencio nuevamente, pero no es aquel escalofriante silencio que me rodeaba cuando me preguntaba el porqué. Observo tu silueta, una ahora oscura silueta; pero te recuerdo a la perfección.
-¡Duérmete! -escucho desde la celda que está frente a la mía. Aquel ruido discordante al ambiente provoca que tu silueta se esfume....como cada noche. Me dirijo a mi prospecto de cama habiendo expiando mi culpa por hoy.
Estoy pagando mis acciones como debo, por una cantidad de años que ya olvidé.
Nada importa.
Nada importa si tengo la fortuna de danzar siquiera con tu sombra.
jueves, 7 de abril de 2011
Some bitter words
¿Qué hacer? ¿Qué decir? El sollozo ya está en la graganta y el silencio aún inquebrantable. Se va la luz y sigue sin alzar la mirada. Llega el frío y, al menos, ya estás de pie. Los ruidos te son indiferentes, mas no las frases vanales de quien intenta sacar a flote un recorrido que, como pocas veces, se te hace eterno. Los olores, las personas, toda esa algarabía, ¿no lo notas? -no, permíteme estar ensimismada por esta vez-, como todas las veces....No te atrevas siquiera a rozar su brazo, no lo mereces.
Termina el recorrido.
¿Qué dirás? ¿Qué harás? Un abrazo que quebranta y palabras que no dices a los ojos -.. ......-; idiota introvertida. Cierra la puerta y suelta el sollozo que tanto te carcome. ¡Patético espectáculo del cual eres única espectadora!
Sólo quédate así, inmóvil como estás, con la mente en blanco.
¡No vuelvas a mirar al suelo indigno ser! Ten siquiera la decencia de cerrar antes tus ojos.
lunes, 4 de abril de 2011
Silly Game
domingo, 3 de abril de 2011
lunes, 7 de febrero de 2011
Chain
Mis manos tiemblan, apenas si alcanzo a abrir la puerta.
Nadie en casa…
¿Por qué parece que fueras a llorar? ¿Pasó algo en la escuela? ¿En el trayecto?
Tengo miedo. Tengo miedo.
¿Por qué llegaste más tarde de lo habitual?
¡Tengo miedo!
Y empiezan a caer las lágrimas. Tus sollozos son agudos; llamas la atención de aquel pequeño perro recostado a un lado del sofá…te ofrece una mirada que hasta tú reconoces como de confusión.
¿Por qué no puedo para de llorar? ¿Por qué no puedo calmarme?
Tropiezas contra sillas y muebles. Una insana expresión se refleja en tu rostro mientras caminas sin destino alrededor de tu casa.
¿Y ahora qué? ¿Pastillas?
Registras un par de cajones y terminas frustrada.
¿Una cuerda? ¿Un cuchillo?
¿Por qué están manchadas tus piernas? ¿Por qué esa sensación de suciedad en tu mente?
¡La cadena! No me mires así, tomaré prestada tu cadena un momento.
Entras a tu habitación enérgicamente y sin embargo con un aura de derrota.
¿Se acabó? ¿Realmente esto es todo? ¿Por qué me siguen temblando las manos?
Un pequeño banco y una resistente viga de madera te son de ayuda. ¡Ni tú misma sabes cómo lograste amarrarla a tu fino cuello!
¿Por qué nadie viene? No quiero hacer esto…
¿Acaso te carcomen las dudas?
Muy tarde…
Duele. Duele…No alcanzo el suelo…
Tu piel ya ha sido marcada; la sigues marcando tratando de zafarte de tu verdugo.
Aire… ¿Por qué nadie viene?
Quizá tu cuello sea fino, pero tu mentón le impide el paso a esa vieja cadena. Y ahora la sangre ya no baja sólo de tus piernas…
Duele… No quiero hacer esto… Entonces, ¿nadie vendrá…?
Tus párpados caen exhaustos. No sabes cuánto tiempo pasó cuando escuchas esos familiares ladridos.
Vengan rápido…
La puerta de tu habitación se abre y escuchas gritos, horrorosos gritos; pero no puedes ver.
¿Por qué no me ayudan…?
Ahora son llantos, murmullos, llamadas telefónicas.
¡Bájenme!
Escuchas conversaciones mientras esa cadena sigue perforando tu cuello, tu mandíbula; y tus dedos siguen enganchados a ella dejando que la piel desaparezca.
Duele…duele… ¿por qué sigue doliendo?
Ya estás sumida en la oscuridad. Quizá pasen horas antes de que esa cadena quiera soltarte… ¿Te arrepientes?